CITY OF HORROR (por Pinchazumos)

Autor: Nicolas Normandon

Nº de jugadores: 3-6

Duración: 90 min

Edad: 13+

Dicen los entendidos que los mejores exponentes del género zombi son aquellos en los que los zombis sólo son una excusa barata, siendo los supervivientes y sus broncas lo interesante de verdad. A mi no me preguntéis porque normalmente aborrezco los zombis, pero supongo que por eso me gusta tanto World War Z (el libro, que menuda paliza me dio un amigo para convencerme a leerlo; de la peli mejor no digo nada). Algo parecido me pasó con City of Horror: antes de probarlo no me llamaba nada, pero ha terminado convirtiéndose en uno de mis juegos de negociación favoritos.

City of Horror es un juego de zombis que para variar, no es cooperativo ni va de matar zombis... Bueno claro que va de eso en parte, pero la verdadera gracia está en los trapicheos entre los participantes. Cada jugador recibe un puñado de cartas (armas y demás chismes) y se pone al mando de un grupo de supervivientes que deben aguantar durante 4 rondas (horas según el juego) hasta que llegue el helicóptero de rescate.

Estos supervivientes no son personas normales, y no es que sean super soldados, de hecho son gente muy de andar por casa: está el abuelo al que nadie escucha, la rubia chillona, o el friki con su sable láser, por nombrar algunos. Cada uno tiene su propia habilidad (o desventaja) especial, pero cuando decía que no son normales me refería a que ya están infectados, aunque son inmunes al virus, como en el Left 4 Dead. Así que, por si salir vivos no fuera ya bastante chungo, también tendrán que conseguir los antídotos antes de ser rescatados.

El tablero está dividido en 7 zonas: 6 edificios y el cruce entre ellos. Aparte de ser relativamente más seguros, cada edificio tiene un beneficio distinto: por ejemplo en el hospital se consiguen antídotos, mientras que la torre de agua te permite ver con antelación a dónde se moverán los zombis. Decía relativamente porque es más fácil repeler a los zombis en los edificios, pero algunos pueden saltar por los aires si los jugadores juegan demasiadas cartas explosivas, y ya os podéis imaginar qué pasa con los supervivientes presentes en el lugar si eso ocurre...

Al empezar cada ronda los jugadores elegimos simultáneamente un sitio al que desplazar 1 personaje, y después añadimos a cada lugar los nuevos zombis que lleguen. Finalmente ejecutamos los movimientos elegidos por orden de turno, pero hay un problema: no cabe mucha gente en los edificios, y si no hay sitio donde quieres ir, te quedas en (TACHADO)la puta calle (/TACHADO) el cruce.

Resueltos los movimientos se pasa a la fase de votaciones. A veces en un lugar se encuentran provisiones, armas o los ansiados antídotos, y los personajes en ese edificio votan para elegir quién hará el reparto. Después, si hay demasiados zombis los jugadores pueden gastar cartas para cargarse algunos fiambres. Pero si no matan los suficientes, tendrá lugar una votación mucho más truculenta: incapaces de mantener a raya tantos zombis, los supervivientes no tendrán otra opción que echar fuera a uno de ellos, para ganar tiempo mientras los zombis se lo meriendan.

Es frecuente leer gente escribir sobre juegos tensos o con sensación de escasez, y yo me pregunto si habrán probado este. En City of Horror los jugadores empiezan con muy pocas cartas que además son de un sólo uso, y muy excepcionalmente podrán conseguir más. Los personajes se cansan tras usar su habilidad y tampoco podrán repetirla sin descansar primero. La necesidad y escasez es tal que ya en la primera ronda gastarás todo esto alegremente, pero más os vale que duren, pues sin ellos lo tendréis bastante crudo.

Lo interesante de esas cartas, más allá de su variedad, es que dan muchísimo juego a la hora de influir en las negociaciones. Las armas matan zombis y puedes usarlas para ayudar a otro a cambio de su voto más adelante; otras más perjudiciales sirven como persuasión más directa. Amenazas, chantajes, promesas dudosas y comidas de oreja están a la orden del día.

Todo esto hace de City of Horror un bombazo si te gustan los juegos de negociación, pero hay más. Muchas de las mejores anécdotas que recuerdo con un juego son de este. Aquella pareja que mantuvieron una alianza hasta el final, para acabar traicionándose y haciéndose mil chastas y perrerías que llevaban planeando desde el primer pacto. Esos 2 amigos que contra todo pronóstico, cooperaron y consiguieron sobrevivir juntos encerrados en la armería ya derrumbada...

Ultimamente está muy de moda hablar de narrativa emergente en los videojuegos. Es esa que no se cuenta, que surge de la jugabilidad. En general no es más que otro invento de marketing, pero excepcionalmente y como ya se deduce por el párrafo anterior, sí hay mucho de esto en City of Horror. A diferencia de otros juegos, el tema surge de forma natural, sin textos de pega ni pamplinas, y cada partida tiene un transcurso tangible. Al empezar todo el mundo intenta cooperar para no crearse enemigos, y hay tantos supervivientes que apenas caben en los edificios. Pero los zombis siguen llegando sin parar, y las armas son cada vez más escasas; las primeras muertes son inevitables, y el pique entre los jugadores se endurece. El final de la partida es desolador: algunos edificios han explotado, y en los demás ahora hay sitio de sobra, pues han muerto casi todos los supervivientes. Los pocos que quedan, carecen de medios para luchar, y desbordados por los zombis, ya sólo pueden votar quién será el próximo tentempié.

Con todo, City of Horror no está libre de algunos problemillas. No me convence el apaño que usa para el orden de turno y los empates, ni que puedas conseguir tantos puntos aberronchando latas de comida. Algunas cartas o personajes como los abuelos están desequilibrados a posta, y aunque yo personalmente no veo necesidad de equilibrio en este tipo de juego (ya lo hará la interacción entre los jugadores) fijo que algún tiquismiquis se queja. Seguramente no gustará tampoco a los que no les mole comer orejas o putear al prójimo, pero para los demás, City of Horror es un pepino de juego con reglas asequibles pero decisiones muy duras, y que logra unir la risa y el cachondeo con los piques más cáusticos, gracias a su humor negrísimo y acertada temática.